Educacion Finlandia

Durante los próximos días compartiremos con vosotros los extractos del informe presentado por Paul Robert, director del Colegio Mandela, de Clarensac, Gard, Francia, tras una visita realizada en 2006, junto con responsables de 14 países, a centros escolares finlandeses de todos los niveles: un jardín de infancia, dos escuelas primarias, dos escuelas secundarias, dos liceos, un liceo profesional, una universidad y un centro de formación continua.

Los profesores finlandeses veteranos recuerdan un clima general muy poco satisfactorio:

Hace treinta años era mucho más difícil. Los alumnos eran indisciplinados, poco motivados. Hemos cambiado gradualmente, por etapas. Ahora responsabilizamos a nuestros alumnos y ellos responden satisfactoriamente

Los resultados del primer estudio PISA, llevado a cabo en el 2000, fueron recibidos en Finlandia con enorme sorpresa y satisfacción.

¿Qué es necesario poner en el centro del sistema: el alumno o los conocimientos?

Finlandia eligió la primera alternativa. Finlandia respeta profundamente los conocimientos, pero respeta aún más a los individuos que están en proceso de adquirirlos. Y eso no responde a un idealismo desabrido, sino al más elemental pragmatismo.

A. ALUMNOS MOTIVADOS

a) Ritmos de aprendizaje adaptados a los niños

Los niños aprenden a leer a los 7 años. Antes de esto, en el jardín de infancia (de 1 a 6 años) y en la educación preescolar (de 6 a 7 años) se pretende sobre todo despertar las aptitudes de los niños, sus habilidades, su curiosidad. Cada día es dedicado a una disciplina (música, deporte, actividades manuales o artísticas, lengua materna, matemáticas), pero los niños trabajan solamente durante la mañana, siempre de manera muy atractiva. La tarde es reservada al juego.

Así, el aprendizaje inicial se logra sin tensión y sin presiones, con la única intención de estimular y motivar. Si un niño muestra disposiciones particulares, se le dará la oportunidad de aprender a leer precozmente (a los 6 años). O bien, siempre de acuerdo con los padres, los profesores pueden dejar a un niño hasta los 8 años en el jardín de infancia si todo indica que no está listo para la lectura.

La repetición de año está, en principio, prohibida por la ley; puede ser propuesta de modo excepcional, pero en este caso debe ser siempre aceptada por el alumno y su familia. En cambio, se organizan grupos de apoyo para los alumnos que muestran dificultades en alguna materia.

La jornada de trabajo se organiza tratando de evitar el cansancio inútil: hasta los 16 años – cuando finaliza la escuela obligatoria – las sesiones se limitan a 45 minutos y se intercalan períodos de descanso de 15 minutos, durante los cuales los alumnos pueden caminar libres por los pasillos, hablar tranquilamente en las salas de descanso, jugar o utilizar los ordenadores puestos a su disposición.

b) Alumnos activos y comprometidos

El profesor no está allí para hacerlo todo: él organiza y ayuda a los alumnos a aprender

Debe crear situaciones de aprendizaje variadas y estimulantes en lugar de imponer, con autoridad omnipotente, un conocimiento. Se le pide que controle «la estructura de los conocimientos» en su disciplina pero se espera, sobre todo, que favorezca el aprendizaje de sus alumnos en una atmósfera de tolerancia y respeto.

A lo largo de mi visita, no asistí a ninguna clase magistral. En las clases siempre vi alumnos en actividad y profesores que solicitaban su participación y se mantenían atentos a sus demandas. El profesor está allí como un recurso entre otros.

Las paredes están cubiertas con estantes de libros; no hay una sala que no tenga un proyector, un ordenador, una TV y un lector de DVD. Todos los medios para poner a los alumnos en contacto con los conocimientos son buenos. Medios para motivar y estimular la atención de los alumnos.

No se puede forzar a los alumnos; es necesario darles posibilidades diferentes para aprender, para adquirir competencias

– dice Hannu Naumanen, director del Colegio Pielisjoki.

Por eso reina en las clases una atmósfera de sana cooperación donde cada uno está en su lugar y tiene un papel en la construcción colectiva del conocimiento.

Finlandia quiere que los alumnos accedan al conocimiento con entusiasmo y eso sólo es posible si llegan a ser verdaderos protagonistas de su aprendizaje.

Algunos ejemplos:

– Clase de inglés (19 alumnos de 15 años, aproximadamente): Un alumno de 14 ó 15 años expone, en inglés, un trabajo sobre el skate. Había llevado el suyo y con él mostró su funcionamiento; luego pasó un vídeo que muestra distintas acrobacias, todas muy arriesgadas, acompañando las imágenes con un comentario en inglés. Al final de la exposición, los alumnos aplauden, pero luego deben emitir su opinión sobre el trabajo de su camarada en función de una guía de análisis proporcionada por el profesor.

– Clase de historia (20 alumnos de 14 años, aproximadamente): Los alumnos, sentados sobre alfombras en el suelo del gimnasio, asisten a la representación de una función presentada por un grupo teatral del propio instituto. Se muestra un episodio de la Segunda Guerra Mundial en el que intervienen serbios y croatas. Los alumnos aplauden e inmediatamente,  después de algunas explicaciones y consignas del profesor, se distribuyen por grupos para dialogar sobre sus impresiones y presentarlas por escrito o de manera gráfica, en hojas de papel.

– Clase de finés (20 alumnos de 14 años, aproximadamente. Estudio de una novela del siglo XVII “Los Tres Hermanos”): El profesor presenta, con ayuda de una transparencia, el plan de la obra; luego da la consigna a los alumnos: cada uno deberá leer en clase un pasaje del libro y exponerlo después a sus compañeros. Los alumnos se levantan para tomar un ejemplar de la colección que se halla en las estanterías de la clase y se hunden silenciosamente en la lectura para después tomar por turno la palabra delante del resto de la clase.

­ – Ejemplo 4 (clase en la universidad): un grupo de alumnos da una clase que ha preparado siguiendo algunas directrices que el profesor les dio. Mientras, el profesor está sentado y después, el resto de alumnos valora la exposición dada.

c) Una evaluación motivadora

Hasta los 9 años los alumnos no son evaluados con notas. A esa edad los alumnos son evaluados por primera vez, pero sin emplear cifras.

Así, el comienzo de la adquisición del saber puede hacerse sin la tensión de las notas y controles y sin la estigmatización de los alumnos más lentos. Cada uno puede progresar a su ritmo sin interiorizar, en caso de no seguir el ritmo requerido por la norma académica, ese sentimiento de deficiencia o incluso de «nulidad» que producirá tantos fracasos posteriores, esa imagen de sí tan deteriorada que, para muchos alumnos, hace que los primeros pasos sobre los caminos del conocimiento sean a menudo generadores de angustia y sufrimiento.

Finlandia ha elegido confiar en la curiosidad de los niños y en su sed natural de aprender. Las notas en esta fase no serían más que un obstáculo. Ello, por supuesto, no excluye informar a las familias regularmente sobre los progresos de sus niños: en la escuela de Kanenvala boletines se envían dos veces (en diciembre y en mayo). Las notas expresadas en cifras aparecen cuando los niños alcanzan la edad de 13 años.

El mismo ritmo de evaluación es mantenido en el colegio después de los 13 años empleando calificaciones en cifras que pueden ir de 4 a 10. Él sabe o no sabe. Si él no sabe, obtiene la nota 4, que implica la obligación de retomar el aprendizaje no conseguido. Están proscritos el 0 infamante y las notas muy bajas. ¿Qué interés puede haber en construir una escala de la ignorancia? En cambio, se pueden distinguir niveles de perfección: un conocimiento puede ser adquirido, pero en diferentes niveles de logro: eso es lo que significan las notas entre 5 y 10.

En el liceo se conserva la misma escala, pero el ritmo de las evaluaciones es mucho más sostenido: cada período de seis semanas es seguido de una semana de exámenes en la cual los estudiantes son sometidos a pruebas diarias de tres horas, de 9 am a 12 am. Para compensar la presión, ellos quedan libres después de medio día.

Los alumnos deben validar los dos tercios de sus estudios en cada una de las disciplinas seguidas. Ellos pueden continuar su avance aún si tienen uno o dos fracasos. Sin embargo, se les recomienda retomar los cursos no aprobados. Otra alternativa es pasar un examen de recuperación la semana siguiente al final de un período.

Para el examen final los candidatos pueden repetir de nuevo, hasta dos veces en el plazo máximo de un año, las pruebas en las que han fracasado (hay dos períodos de examen en un año).

En Finlandia, la práctica de la evaluación parece estar guiada por el cuidado de no castigar a nadie y de darle siempre la oportunidad al alumno, valorando más lo que sabe que lo que no sabe : « Lo importante es que los alumnos tengan la sensación de que son buenos en algún campo » (Hannu Naumanen, Director del Colegio Pielisjoki). Guiada por este principio, la evaluación del los alumnos pierde su carácter competitivo y angustiante y, por el contrario, puede convertirse en un medio que los estimula y motiva para ubicarse en una gradiente de progreso adaptado a su ritmo.

Continua aquí: ‘Alumnos motivados’. Parte II: Informe Paul Robert sobre el sistema educativo finlandés.

 

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