Recientemente, nos llegó un correo electrónico de una madre, con una carta preciosa que nos gustaría compartir con vosotros:

Estimados miembros de la Fundación Educación Activa:

Soy la madre de un joven de 15 años (Álvaro Muñoz) con TDAH y TANV, que durante unos años fue tratado en el centro CADE para superar sus dificultades de aprendizaje. Hoy cursa 3º de la ESO con éxito y ha escrito el documento que arriba les remito. En él cuenta su experiencia y llama la atención a padres y profesores, como principales guías de los niños con problemas de aprendizaje.

Realmente creo que es una reflexión preciosa que puede servir de estímulo y esperanza a niños y familiares con este trastorno.

Aprovecho la ocasión para agradecer a la Fundación y al centro CADE la gran ayuda que nos dan a quienes convivimos con este trastorno.

“ DE  LA  DIFICULTAD AL ÉXITO”

Por Álvaro Muñoz

Me llamo Álvaro y tengo 15 años. Estudio en el colegio Asunción Cuestablanca desde la edad de tres, lo cual supone ya un importante cúmulo de experiencias y recuerdos acontecidos en este mismo centro. Ahora que curso tercero de la ESO,  recibo,  en numerosas ocasiones, la felicitación de mis padres, profesores y compañeros  por los resultados que estoy obteniendo. Yo que acepto, como no podía ser de otro modo, agradecido todo reconocimiento a mi trabajo, aunque, en algunos casos sea, a mi juicio, excesivo, a veces miro hacia atrás y no me encuentro precisamente con un camino de rosas.

Recuerdo mis primeros pasos en aquellos días en los que todavía no habían llegado ni los ordenadores, ni las pizarras digitales a nuestras aulas. A golpe de encerado y tiza se nos enseñaba la lección. No hace tanto de eso y a las generaciones venideras les parecerá casi prehistórico. Pero así fue como yo aprendí las vocales, a leer, a escribir, a sumar, a restar, etc. Cimentábamos entonces los conocimientos más esenciales que supondrían nuestra base para el futuro. Recuerdo como muchos de mis compañeros tenían gran facilidad para el aprendizaje de estos conceptos; sin embargo, para mí no fue tan fácil.

Aunque era pequeño recuerdo lo mal que lo pasé. Me distraía, tardaba años en terminar y sobre todo sufría. Sufríamos mi madre y yo y ninguno de los dos sabíamos que ocurría. Si soy sincero nadie lo sabía. En mi caso, como en tantos otros, se decía eso de: “ es inteligente, por tanto si no lo hace es porque no quiere, no porque no pueda”. Con los años todos nos dimos cuenta de que “eso” no tenía nada que ver con la inteligencia.

Fue mi madre, mujer luchadora donde la haya, la que se dio cuenta de que algo me pasaba. Removió cielo y tierra, pese a lo que le decía su entorno, y pronto vio que no estaba equivocada. Me diagnosticaron “trastorno por déficit de atención” y “trastorno de aprendizaje no verbal”. Si he llegado hasta donde estoy ha sido porque he tenido la suerte de tener una madre que se ha dejado la piel por mí, por ello le debo todo. Ante esto debo decir: GRACIAS MAMÁ.

También he tenido profesores que han ayudado, que me han guiado en los momentos de dificultad. Todavía recuerdo en Primaria a Charo, “me llevaba la mano” para terminar los ejercicios de preescritura. Guardo un grato recuerdo de aquellos días y siempre estaré agradecido a los que han creído en mí.

Por otra parte, he tenido la suerte, que por desgracia no todo el mundo encuentra, de que Dios está presente en vida y que me ilumina ante la dificultad.

Hubo un momento en el que me tendieron la mano y  yo la tomé. Me dieron una oportunidad y no la desaproveché. Con el tratamiento y la ayuda antes mencionada, decidí luchar por mis sueños. Decidí que ninguna dificultad, por grande que fuera, me impediría alcanzar mis metas.

Aunque me queda mucho camino por recorrer, tengo la sensación de que lo estoy consiguiendo. Todavía se me presentan dificultades como el problema del tiempo pero, con esfuerzo y ayuda, las voy superando día a día.

El año pasado, en la consulta del neurólogo me encontré con una pareja joven con un hijo hiperactivo. La madre, preocupada por su hijo, comenzó a preguntarme por mi experiencia y yo les conté lo que acabo de narrar. Creo no equivocarme, si digo que mi relato sirvió para dar algo de esperanza aquella mujer que rondaría los treinta y que en su rostro se personificaba la angustia. No sé que habrá sido de aquellos padres y de aquel niño, que tendría la misma edad que yo cuando me diagnosticaron (seis años), pero espero que se hayan tomado las medidas oportunas y se haya conseguido encauzar a ese niño por la senda del éxito y no del fracaso escolar. Es cierto que su evolución será distinta a la mía (el es hiperactivo y yo no), pero ambos compartimos una dificultad de aprendizaje, por que estoy seguro de que si se le ayuda llegará lejos.

Si a mí no me hubieran prestado la ayuda que necesitaba ahora sería un adolescente con fracaso escolar y desencantado de su propia vida. No estoy exagerando, se está desaprovechando mucha materia intelectual y es un craso error.

Creo que ha quedado patente en mi relato que los padres y los profesores tienen un papel crucial en el éxito o fracaso de un niño. Los primeros, porque tienen el derecho irrenunciable de decidir sobre la educación de sus hijos, y a la vez, la responsabilidad de educarles bien. Los docentes, a su vez, deben proporcionar una educación de calidad porque la sociedad les ha encomendado esta misión, en teoría, voluntariamente aceptada.

Los profesores, que pasan muchas horas con sus alumnos, son los testigos directos de su rendimiento y tienen la obligación de saber ver las cualidades y las dificultades de estos, para potenciar las primeras y solventar las segundas.

Los padres deben confiar en los profesionales de la educación y luchar en una misma línea por superar los problemas de aprendizaje de sus hijos, porque taparse los ojos ante ellos no soluciona los problemas, “no hay peor ciego que el que no quiere ver”

Por ello, es imperativo lanzar un mensaje a la comunidad educativa, para decir que cuando tachemos de “vago” a un alumno, nos demos cuenta de que quizás los que tenemos que arrimar el hombro primero somos los demás. Porque una cosa está clara, un alumno con dificultades tiene dos opciones el fracaso escolar o vencer estas dificultades convirtiéndolas en éxito.

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