Continuación de: ‘Alumnos motivados’. Parte I: Informe Paul Robert sobre el sistema educativo finlandés.

d) Un medio ambiente cálido y acogedor

Los alumnos descansan en pasillos de colores cálidos y a menudo decorados por trabajos de ellos mismos, sin carreras ni empujones. Sin degradaciones: los locales están limpios y se respetan como un segundo hogar. Pareciera incluso que no está en el espíritu de los alumnos la idea de manchar, de destruir.

En cuanto a las relaciones entre los profesores y los alumnos, éstas son de gran familiaridad, lo que no excluye en ningún caso el respeto mutuo. Desde el jardín de niños hasta el liceo, los profesores son accesibles, están disponibles y atentos. Nos impresiona, al circular por los establecimientos, la relajación (incluso de indumentaria) y la libertad de movimiento de los alumnos, lo que por otra parte no excluye, de modo alguno, una sorprendente autodisciplina. Ciertamente, existen sanciones: los alumnos perturbadores pueden verse infligidos con media hora de retención durante la cual deberán quedarse tranquilos, sin hacer nada, mientras que están siendo vigilados por un profesor. Los directores tienen incluso el derecho a suspender hasta por tres meses a los alumnos, pero esta sanción es rarísima y en cualquier caso supone la obligación de garantizar la continuación de la enseñanza en la casa.

e) Una detección precoz de las desventajas y desordenes del aprendizaje y uso de las ayudas específicas

Con el fin de poder adaptarse lo mejor posible a las necesidades de cada niño, los finlandeses tienen establecida una detección precoz y sistemática de los desordenes del aprendizaje y de desventajas diversas. Desde el jardín de infancia, los alumnos son sometidos a una serie de pruebas. Los que muestran mayores desventajas pasarán al primer grado de escuela primaria en clases especializadas que serán llevadas a cabo con 5 alumnos por clase, con profesores formados a tal efecto.

Las clases para niños “con necesidades especiales” se dan en escuelas normales, lo que permite integrarlos a ciertos cursos “normales” donde esto sea posible (trabajos manuales, música, deporte). Cuando los problemas son menores, se prefiere la integración total, con todos los medios técnicos necesarios para favorecerla. Así, en la escuela secundaria de Juhanala uno niño sordo puede seguir todos los cursos gracias a un dispositivo microemisor portátil con el cual se equipa a todos los profesores que tienen a este alumno en su curso. Él mismo tiene el aparato receptor.

Profesores especializados están igualmente presentes en todos los colegios de secundaria con el fin de brindar una ayuda orientada a los alumnos que tienen dificultades en alguna parte en uno u otro curso. La cantidad de alumnos que se permite, para una clase con estos profesores no excede de 5. Cuando es posible, los alumnos son reincorporados en su clase normal. Estos profesores especializados están también presentes en los liceos y los liceos profesionales.

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f) Un promedio alto de atención a los alumnos

Durante los primeros años de la escuela obligatoria (“Basic Education”, de 7 a 13 años), el número de alumnos por clase no debe sobrepasar de 25. Desde la escuela primaria, e incluso en la secundaria, hay auxiliares de educación que colaboran con el profesor en la misma clase o se hacen cargo de grupos reducidos de alumnos que necesitan ayuda particular. Porque, cuando los problemas son menores, se opta por la integración total de los niños.

Las escuelas secundarias cuentan también con consejeros. Aunque el alumno no lo necesite, debe visitar a su consejero al menos dos veces al año. Una pregunta que no puedo responder con certeza por el momento es cómo puede el estado costear este alto número de profesores de apoyo, pero una parte de la respuesta parece ser un peso mucho menor de la administración central gracias a la descentralización. Lo extraordinario es que los medios son parecidos, pero se distribuyen de manera mucho más eficiente para el mayor beneficio de los alumnos.

g) Una libertad de elección delimitada

Esta libertad es progresiva, y está en relación con el grado de madurez de los alumnos. A lo largo de la educación del “ciclo básico» (entre 7 y 13 años) los estudios son iguales para todos. Los alumnos comienzan el aprendizaje del inglés a los nueve años, así como el de una segunda lengua nacional; a los 11 pueden elegir otra lengua entre el alemán, el francés, el sueco y el ruso. El total de las sesiones semanales (incluyendo las de cursos obligatorios y opcionales) no debe exceder de 30 en todos los niveles del colegio. A partir de los 13 años, entran en la «comprehensive school», que dura 3 años. En ella se introducen algunas materias opcionales, diferentes según los colegios, que definen sus propuestas de acuerdo con las municipalidades y con los profesores en función de sus intereses y de las demandas de los alumnos.. La elección puede hacerse entre Educación Física, Dibujo, Nuevas tecnologías, Música, Lenguas extranjeras. El alumnado mínimo para abrir una opción es de 16 alumnos. Entre las 30 sesiones semanales, eligen 2 el primer año, 4 el segundo y 5 el tercero. Como curiosidad, hay que comentar que una asignatura obligatoria es la economía familiar.

El tiempo de trabajo en casa en este tramo escolar está estimado en 5 horas; es decir, una menos que el promedio de los países de la OCDE -y 5 menos que en España-

Hacia los 16 años, los alumnos eligen entre «secondary school» y Formación Profesional, ambas con una duración de 3 años. En la secondary school, cada alumno debe seguir 75 cursos, de los que 45 son obligatorios y el resto, opcionales. La clase, como grupo de alumnos, no existe ya. Van a encontrarse en configuraciones diferentes según los cursos a los cuales se inscribieron en función de las disponibilidades e implica que alumnos de edades diversas pueden encontrarse en un mismo grupo si su nivel es similar. Cuando un curso alcanza un determinado alumnado, se cierra la inscripción y el alumno deberá esperar hasta la próxima oportunidad o inscribirse en el mismo curso, pero con otro profesor.

Cada centro puede desarrollar «líneas particulares de programa» en forma paralela al núcleo duro («currículo») nacional que debe ser seguido por todos. No existe el concepto de repetición global, que implique volver a seguir de nuevo materias ya aprobadas. El final del curso secundario es sancionado por un examen final llamado « matriculation examination », cuya obtención es necesaria para ingresar a la universidad.

Continua aquí: ‘‘Profesores expertos y evaluación de centros’. Parte III: Informe Paul Robert sobre el sistema educativo finlandés

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