Una droga es aquella que produce alteraciones en nuestra conciencia, percepción y estado de ánimo. Hoy en día nuestra sociedad tolera y acepta el consumo de las drogas legales (alcohol, tabaco, nicotina, café y psicofármacos), drogas que también pueden crear dependencia y adicción (Weil, Rosen, 1983).

Nuestros jóvenes generalmente entran en contacto con la sustancia ilegal (cocaína, heroína, cannabis, etc.) cuando se reúnen con el grupo de iguales. Cuando ya han consumido las drogas legales (alcohol, tabaco, etc.). Inician un consumo inicialmente por placer y sentirse identificados y aceptados por su grupo.

Para algunos jóvenes, el consumo de drogas comienza como un medio para hacer frente a la ansiedad, la ira, la depresión o el aburrimiento, entre otros. Sin embargo, el consumo de drogas es sólo una manera de evadir los problemas y los retos de crecer.

Está comprobado que el Estilo Educativo Sobreprotector, donde los padres creen que su hijo es frágil y es necesario protegerlo de todo, tomar las decisiones por él, y no exigirle o ponerle límites, porque eso le hace enfadar. En la adolescencia estos hijos siguen exigiendo y manipulando para conseguir lo que quieren, incluso a través de la violencia si es necesario. A su vez son hijos inseguros, con baja autoestima y creyentes que no son capaces de conseguir nada por ellos mismos. Muchos de ellos encuentran en la adicción la solución para adquirir la seguridad que no tienen.

Las drogas atrapan con un doble lazo (Bateson, Jackson, Haley, Weakland, 1956; Nardone, Watzlawick, 2005): por una lado, les hace sentir más capaces de forma inmediata, por el otro, a largo plazo confirma al sujeto su impotencia e incapacidad. Por ejemplo; el joven que consume cannabis porque se siente incapaz en la escuela. Cuando consume siente que pone fin a esos pensamientos desagradables sobre la escuela y la persecución de sus padres para que estudie. Pero su incapacidad se torna en real, ya que no se puede concentrar y su rendimiento disminuye cada vez más, tras el continuado consumo, de modo que seguirá necesitando más cannabis para no pensar en su incapacidad y en la pelea con sus padres por su falta de responsabilidad en todo lo que le rodea. Ya se ha metido en la espiral de la adicción, de donde es dificultoso salir por sus propios medios.

Muchas veces los padres descubren el consumo de sus hijos cuando ya existe una adicción.

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¿Cómo pueden ayudar los padres para prevenir la adicción?

• Está comprobado que es fundamental promover una comunicación positiva, desde la escucha, no juicio y si desde la trasmisión de nuestra preocupación como padres. Comunicación que tiene que ser desde la infancia, como factor protector para el consumo.
• El aprovechar las noticias de los periódicos, de la Tv, para hablar de las consecuencias de fumar tabaco, de beber alcohol y de consumir drogas. No consiste en una charla moralista por parte de los padres, y si un dialogo, donde el hijo opine desde su punto de vista y los padres desde el suyo. Este dialogo, exento de juicios de valor por parte de los padres, hará que sus hijos reflexionen sobre dicha conversación y favorecerá un actitud más responsable.
Favorecer la autonomía, que tengan responsabilidades adaptadas a su edad, les ayuda a ser más independientes y mejora de su autoestima y confianza en sí mismos.
Permítele experimentar sus propios errores y que él mismo los subsane. Le estará ayudando a crecer.
• Otro aspecto importante es el poner los límites claros al hijo. Es necesario expresarles que no se le va a permitir y que sí o que puede ser negociable. Avísele de consecuencias en el caso que sobrepase el límite y cumpla con dicha consecuencia. En todo este proceso es importante que sea sin elevar el volumen de voz, sin agresividad, pero sí con  firmeza.
Motivar a los hijos en la práctica de algún deporte que les guste. El deporte es incompatible con el consumo y mejora su estado de ánimo y la capacidad de resolución de problemas.

Ángela Martín
Psicóloga Clínica
Fundación Educación Activa

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Atencion Telefónica -. 91 357 26 33

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